Una persona autosuficiente es una persona empoderada. Una persona capaz de vivir en sintonía con el mundo natural, conociendo sus reglas y respetando sus ritmos.

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Esto no quiere decir que volvamos a la edad de piedra ni que abandonemos el progreso tecnológico.

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Lo que sí quiere decir, es que nos volvemos más independientes de los frágiles sistemas que nos proveen de alimentos, energía, agua y otros recursos.

 

Depender de estos sistemas cada vez es menos sano pero también menos seguro, ya que al menor fallo se encarecen, se tambalean y potencialmente colapsan. Por desgracia, debido a lo largas y frágiles que son nuestras cadenas de abastecimiento, debido al circo sociopolítico que reina nuestros tiempos, y debido a otros factores ambientales, el riesgo no hace más que aumentar.

 

Pero independientemente del contexto actual, nuestra salud siempre agradece que cultivemos nuestros alimentos y purifiquemos nuestro agua. Esta es nuestra mayor motivación. Una vida más sana, más resiliente, más consciente y más alineada con la naturaleza.

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En esencia, ser capaces de vivir como seres humanos en la tierra, sin intermediarios, tiene sentido; esto no implica retirarse de la sociedad, sino vivir mejor en ella.

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Tampoco implica abandonar el circo sociopolítico, sino vivir más seguros dentro de sus turbulencias. Y quizá construir una red paralela con la mente más en calma y los pies en la tierra.